jueves, 1 de agosto de 2024

Linita Blue

Me ha tomado tiempo procesarlo pero ya estoy listo para contarlo. El ejercicio de fake till you make it salió mal.

Estuve vendiendo mis poemas traducidos en el centro comercial, escondiendome un poco por ser influencer poco cotizado. Logré entregar unos cinco. Justo frente a mí apareció Linita Blue con su aura de 115.000 seguidores, que siempre arrastra como si tuviera lentejuelas doradas en una cola de vestido de novia.

 

 

 


Podría quedarme a tu lado despierto, solo para oírte respirar.

Para verte reir mientras duermes allá distante y perdida en tus fantasías.

Así podría gastar toda mi vida inmerso en este momento por siempre, por siempre, cada segundo un tesoro que se perderá como lágrimas en la lluvia.


Se disgustó con el poema regalado y porque le pedí una foto para  mis redes. No me bajó de acosador en su live improvisado.

Ella con su Iphone 17 y yo con mi Moto G Power 9. Me arrobeó y comenzaron a llegar los seguidores. Para mal o para bien, seguidores. Con su desprecio me hizo famoso, como le pasó a la Epa.

Como en una batalla con Voldemort y con el orgullo herido arranqué mi live. Con mi aura de fama de 15 minutos y me elevé un poco del piso para quedar un poco debajo de ella que ya estaba a un metro. Cada seguidor, cada comentario daban la energía que nos mantenía en el aire.  Muy raro ser famoso.

Y es la historia que me estoy creyendo. El lugar es pet friendly pero a mí ya no me admiten.

Y acá estoy pensando como me reinvento ahora que tengo 9530 followers.

“Hay comida en la nevera”, me dice todos los días mi mamá. El golpe garantizado que me mantiene con vida. Se aburrió de preguntarme si ya tengo trabajo.